lunes, 6 de julio de 2009

Orgullo, socialismo, personaje y Bilbao.

Viajaba yo, como siempre, cenando en el tren pasta, y para que la cena sentase bien, por supuesto, un gin tonic. Después, el limón siguió acompañando a la ginebra, y esta acompañó a un día posterior cargado de suciedad, sillones en el centro de Madrid y baile desfasado por las calles del madrileño y orgulloso barrio de Chueca.

Los viernes suelen ser días grandes, donde los niños van al burguer y los mayores quedan con los pocos amigos que tienen y disfrutan de su compañía, unos de otros y otros de uno.

El descanso solo es preludio de una fiesta mayor. Quise dar una vuelta por Madrid el sábado, para tomarme algo, y bueno, tardé dos horas de la puerta de Alcalá hasta Plaza España, se ve que había una especia dee manifestación, cabalgata de esta de los maricones, bolleras, travelos y VIciosos. Allí encontré el amor, en forma de crío andaluz, precisamente. A un muchacho andaluz.

Y ya estamos, perdedidos entre mierda, donde el alcohol no deja ver nada, nada, nada, solo inventar historias que te perseguirán, dos días después, en forma de chica de 35 años al salir del cercanías con dirección a Alcobendas.

Y aquí estoy, donde no debería de estar.

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