lunes, 21 de noviembre de 2011

La debacle socialista.

Vamos por partes. Hacer un análisis serio de la derrota electoral del PSOE, de sus consecuencias y de las posibles causas de la misma no es tarea sencilla ni que se pueda hacer en una entrada de un blog en unas pocas líneas. Aun así me gustaría comentar las líneas maestras.
Voy a hablar de los factores externos e internos para estructurar de manera clara lo que quiero transmitir.

1. Factores externos: la crisis económica.

La situación que vive toda Europa es una de las más difíciles desde el fin de la II Guerra Mundial. El continente vive sumido en una crisis económica -cuyo origen no tocaremos porque amén de no ser objeto de análisis ya la conocemos- que ha descubierto una crisis política del propio concepto de unión, de adónde vamos y de qué queremos. En todos los países donde se han celebrado elecciones generales en Europa en este contexto de crisis los partidos del gobierno han perdido las elecciones cuando se han enfrentado a las urnas. En todos. Además, en los que no ha habido elecciones porque no tocaban, o se han forzado debido a la inestabilidad (Grecia) o directamente el Jefe del Gobierno ha tenido que dimitir (Italia). Concluimos que la crisis se ha llevado por delante no solo a los que se enfrentaban al veredicto de las urnas, sino a más gobiernos que no tenían que pasar el trámite democrático. Estas evidencias empíricas refuerzan la hipótesis siguiente: "la crisis económica supone la caída de los gobiernos que la gestionan". Por lo que podríamos concluir que el PSOE ha perdido las elecciones por causa de la crisis económica. Si esta crisis no hubiese existido ¿hubiese ganado el PSOE las elecciones? Esa es una pregunta que jamás podremos responder desde las ciencias sociales y que por lo tanto no nos sirve de nada.

2.Factores internos

2.1. La gestión de la crisis:

Este primer punto dentro de los que he considerado calificar "factores internos" tiene una línea divisoria muy fina con respecto al factor externo de la crisis económica, pues la gestión de la crisis como factor interno se podría englobar perfectamente dentro de la hipótesis que establecimos en el factor externo.
En cualquier caso, el gobierno de Zapatero se empecinó en negar la crisis -seguramente para trasladar confianza a los mercados y a los inversores, lo que no parece una idea descabellada- pero ese empecinamiento se volvió en su contra. La oposición lo aprovechó para acusar al gobierno de engañar a los españoles negando la crisis y de tomar medidas tardías por esa negación -algo realmente irrelevante esto último- pero que caló de fondo entre la opinión pública. No obstante, las encuestas no era terribles para los socialistas y Zapatero no era uno de los líderes peor valorados en las encuestas. Pero tenía que llegar el golpe definitivo. Europa -gobernada por la derecha- exigía a España determinadas medidas de ajuste en relación con el déficit, a lo que se sumaba el chantaje insoportable de los mercados y el miedo a un rescate finaciero. Esta situación hizo a Zapatero tomar esas medidas exigidas -recortes sueldos funcionarios, eliminación prestaciones sociales, congelación pensiones- lo que no solo suponía un golpe al bolsillo de los españoles, sino que suponía un giro en la política socialdemócrata del gobierno de 180 grados. Un arma de doble filo, pues "traicionas" a tu potencial electorado -con lo que eso conlleva" y tocas algo sagrado, el bolsillo de los ciudadanos. Zapatero era muy consciente de esto, y lo quiso remarcar cuando en el Congreso dijo la frase de "me cueste lo que me cueste" en referencia a la aplicación del ajuste y en referencia a la pérdida electoral que iba a suponer dicho ajuste. Pero la situación era extraordinariamente grave, España se la jugaba. Las medidas fueron bien recibidas en Bruselas y Zapatero se llevó los halagos de Merkel y Sarkozy, lo que no obstante suponía aun un mayor distanciamiento del electorado socialista.

Y a la crisis global, le unimos la nuestra propia, el drama español, los insostenibles 5 millones de parados, que si bien no es una cifra real, si hizo que esta horrorosa cifra aireada y celebrada a los 4 vientos por la derecha española trasmitiera un mensaje de incapacidad del Gobierno tremenda. Las causas del elevadísimo parto están claras, y también está claro que el gobierno no crea ni destruye empleo, pero el axioma "con la derecha tenía trabajo, con la izquierda no" se propagaba por toda España como se propaga el fuego en contacto con la gasolina. Pese a la poca o ninguna consistencia científica de tal afirmación.

Y a toda esta mezcla explosiva, el Gobierno decide constitucionalizar el techo de gasto, lo que supone la puntilla final al electorado de izquierdas y el abandono completo de la ideología socialdemócrata. Que el PSOE se alinie en un tema fundamental como este con el PP, hace dudar a nuestro electorado, le hace repensarse muchas cosas y sobre todo da fuerzas y argumentos a aquellos que aseguran que PSOE y PP son la misma cosa, lema repetido hasta la saciedad por parte de la izquierda española. Todo ello hecho en un mes de agosto y con una rapidez que parecían avergonzar al propio gobierno de la medida que estaba tomando, lo que finalmente noquea al potencial votante progresista.

2.2 La forma de elegir candidato.

Si de algo había presumido el PSOE era de democracia interna. Se celebraron primarias en Madrid, Murcia, Canarias o Valencia para escoger a los candidatos. Zapatero siempre acusó a Rajoy de ser elegido a dedo por Aznar mientras él salía de un Congreso del partido, elegido por los delegados del mismo.Sin embargo, de la noche a la mañana, Rubalcaba se postulaba como favorito tras la retirada de Carma Chacón de encabezar una candidatura a las primarias. Finalmente no se celebraron primarias porque solo se presentó Rubalcaba, por lo que se le transmitía a la ciudadanía y militancia que el candidato había sido impuesto, que se le habían cortado las alas a Chacón y con todo ello que el PSOE estaba desquiciado ante las próximas elecciones.


Con todo esto quiero llegar a que, pese a que nos encontramos en los peores resultados de la democracia, no hay que desquiciarse, no hay que ponerse nervioso, y sobre todo no hay que verlo todo blanco o negro. Siempre que sucede esto las bases salimos en tromba a echarnos al cuello de los candidatos y culparles de todos los males, a la par que los dirigentes echan balones fuera y solo achacan sus malos resultados -nuestros malos resultados- en "factores externos" o bien no asumen parte de su responsabilidad. Quizá sea el momento de cambiar ciertas cosas internas, de probar nuevas formulas de participación, de hacer autocrítica, de pensar qué hemos hecho mal y que bien en el contexto de crisis para cuando vuelvan estas crisis quedarnos con lo que hicimos bien, pero insisto, no desquiciarse y mejor centrarse en la gran escala de grises -no blancos y negros- que somos en el Partido Socialista Obrero Español.

Otro día escribiré las formulas que yo creo acertadas para que vayamos en una buena dirección.

Mucho ánimo compañer@s.

martes, 15 de noviembre de 2011

Filofobia

El no tener que madrugar mañana me ha hecho demorarme en mi paseo hacia la cama. Eso me ha hecho recordar años anteriores, donde al tener clases por las tardes disfrutaba de las madrugadas solo, escuchando música y repensándome todo: mi carrera, mis amigos, mis amores, mis desamores, mis pasiones...

No voy a volver a una de esas entradas lacrimógenas que solo veían la parte negativa de la vida, que ahondaban y se retorcían en el sufrimiento que producen ciertas cosas en la vida. No. Y no porque haya superado los miedos que las inspiraban precisamente, pero sí creo que hay algo que ha cambiado. Todo sigue igual, pero algo ha cambiado, ¿una contradicción? Digamos que tras un borrón doloroso que hizo que todo siguiese igual, y que profundizó en el miedo a todos mis miedos, hice una especie de trato con ellos; no os voy a poder superar y como tengo que convivir con vosotros me niego a no ser feliz.
Yo creía que iba a superar mis males cambiando ciertas cosas de mi vida, y quizá los he superado aprendiendo a vivir con ellos, a ser feliz con ellos, sin cambiar esas cosas.

Y si algún día vienen los cambios, bienvenidos, y si no vienen, igualmente.

Yo también sé querer.