lunes, 15 de febrero de 2010

Encuentros.

-¿Qué larga es la vida, eh?- le espetó sobre unas escaleras que parecían derretirse a las 16.00 de aquella tarde de julio.
-A mí me parece corta- le respondió él.

A continuación se perdieron entre las palabras, jugando a masar cada una de las letras, y hilvanar la sílabas, como si estuviese realizando una de las obras más delicadas de la humanidad.
-¡Que tarde se ha hecho ya!
-Pues sí, la verdad que sí, son ya las 20.00.

El calor parecía aflojar, aunque quizá solo era un espejismo, un deseo incontrolable. Víctor solo recordaba que se había sentado a las 16.00 en las escaleras del Teatro Lope de Vega, y que habían pasado cuatro horas y para él es como si no hubiese pasado ni un minuto. Después de la contestación que aquél caballero le dio sobre la vida, el tiempo, en pleno julio, se había congelado. Apenas recordaba de qué habían estado hablando durantes esas cuatro instantaneas horas, ni siquiera recordaba que allí hubiese habido más gente aparte de ellos dos. Repasando lo que le acababa de pasar, Víctor se acordó que aquel hombre, que le doblaba prácticamente la edad, le dijo que solía visitar un café piano, situado en la calle Almirante, así que por su cabeza pensó en ir un martes, día en el cual aquel hombre, del que Víctor no conseguía recordar su nombre, visitaba este local.

Un Gin Tonic, le espetó Ángel al camarero. Hoy no era martes, pero pensaba que aquel sitio era un buen asidero, donde generalmente, solitarios oscuros se ahogaban en alcohol, intentando olvidar la soledad que les acompañaba. El hombre tocaba su piano, la dulce melodía acompañaba a una realidad que cada segundo que pasaba se iba volviendo más y más difusa.
Eran las 4, y cerraban. Víctor yacía en su cama durmiendo con la venta abierta, agobiado por los 30º que esa noche hacían imposible conciliar el sueño, pero no fue precisamente este calor lo que le desperó, sino un gran estruendo, seguido de unas incesantes sirenas. Pensó en asomarse por la ventana, pero estaba tan cansado que decidió intentar seguir durmiendo. Ángel, al que ya habían echado del bar, se dispuso a enfilar la calle cuesta abajo, cuando un tumulto le soprendió. Él, empapado en alcohol, se intentó abrir paso entre la multitud, sin importarle lo que allí estaba sucendiendo, pero, jusro cuando lo había conseguido, se paró en seco y retrocedía, la curiosidad le había vencido. Ahora logró hacerse otra vez hueco entre la multitud, pero esta vez para observar lo que allí estaba pasando. Al ver la imagen, no daba crédito, se quedó paralizado, y un frío le recorrío toda la espalda.

lunes, 8 de febrero de 2010

Van a por España

"Alguien va a ganar mucho dinero con esto, que es, una vez más, un acto de increíble irresponsabilidad colectiva de los mercados", concluye Charles Wyplosz, del Graduate Institute.

http://www.elpais.com/articulo/economia/Van/Espana/elpepieco/20100207elpepieco_1/Tes

Interesantísimo artículo económico sobre los ataques a España. Y digo los ataques a España, a nuestro país, y no a nuestro gobierno solamente. Cuanto hecho de menos ese "patriotismo" del que hace gala la derecha en estas ocasiones.