viernes, 31 de diciembre de 2010

Balance 2010.

Acababa el 2009 con un presentimiento, el próximo año -2010- iba a ser un gran año porque me lo merecía. El 2010 empezó extraordinariamente bien para mí, aunque aquella felicidad sobrevenida rápidamente iba a dar paso a una amargura muy profunda. Pero como hay que seguir, se siguió, y se levantó cabeza. El SICE fue una experiencia extraordinaria, a aquellos primeros días de abril le siguió una época de luz o semi luz que tocó su pico más alto un 21 de Junio, y de ahí, otra vez para abajo, y además sin frenos. Altos y bajos.

En definitiva, el año 2010 ha sido un año, que si bien ha tenido experiencias positivas, en general ha sido un año bastante triste. Este ha sido el año en el que se han agotado mis motivaciones para vivir, no habiendo conseguido que nada ni nadie me llene lo suficiente como pra sacarme un sonrisa -el partido lo más-. El año en que he sobrepasado algunas líneas rojas, que me han hecho mirarme al espejo y no reconocerme.

Del 0 al 10, lo valoro en un 4 siendo generosos. 2010 por tanto está suspenso. Y lo peor de todo, es que al contrario de lo que ocurriese el año pasado, este año pienso que el 2011 será todavía peor. No sé si este pesimismo antropológico tendra su cura, o si lo llevaré conmigo eternamente.

Un 31 de Diciembre más, escucho la misma canción, estoy en el mismo punto, pero con un horizonte negro.

"Todo lo que me unía con la vida
deja de ser unión, se hace distancia,
se aleja más, al fin desaparece,
y muerto soy,
...y nadie me levanta".

A. González. Muerte en la tarde.