domingo, 31 de julio de 2011

Estrategias para ligar (con gente interesante)

El otro día alguna amiga y amigo mío nos encontrábamos en una discoteca que digamos no era muy de nuestro rollo. Demasiado postureo, hombres con más escote que mi propia amiga, y con aquellos collares de mercadillo de playa imitando a los pendientes de coco. Las mujeres, subidas a unos tacones de dudosa comodidad y un estiramiento difícil de soportar. Ante tal panorama, decidimos realizar la siguiente estrategia: cuando nos gustase alguien nos acercaríamos y al preguntarnos nuestros nombres diríamos algún nombre de un escritor, pintor, político...Mi amiga se pidió Isabel Allende, yo, Luis Cernuda. Si al presentarnos, el susodicho exclamaba ¡anda, como el poeta! o ¡anda como la escritora! significaría que la conversación iba por buen camino y seguiría adelante, si simplemente espetaba -¿espetaba está bien utilizado aquí?- un simple !encantado! la conversación se finalizaría con un: "bueno, hasta luego".

Efectivamente, al final de la noche no pudimos ligar con nadie, pero al día siguiente, recordando la rayada que nos entró con los pintores, escritores y demás debido a nuestras venas "enginebradas" nos echamos unas muy buenas risas.

martes, 19 de julio de 2011

20 de Julio, aunque fue en Febrero.

A los dos les encantaba filosofear, aunque ambos tenían poco que ver. Sus vidas habían transcurrido absolutamente dispares hasta que se encontraron en un vuelo. Ambos viajan solos y por el azaroso destino compartieron butaca uno al lado del otro. Al principio, uno de ellos pensó: "la que se me viene encima con el personaje este". No es que la presencia de aquel chico ocasionases especial animadversión al otro, simplemente éste tendía a pensar mal a priori de todo el mundo. Sin embargo pronto descubriría que aquel compañero azaroso de viaje y él iban a forjar una gran relación.

Y así, un año y unos meses después los dos protagonistas no es que siguiesen manteniendo el contacto, es que se habían hecho incluso amigos. Amigos a base de conversaciones profundas sobre la levedad del ser. Sobre la visión del uno sobre el otro y del otro sobre el uno. Sobre el romanticismo, sobre el amor, sobre todo sobre sus amores. Sobre la traición y por supuesto sobre la política. El pensamiento progresista y altamente socialdemócrata de ambos les había hecho unirse de forma que se complementaban como el café y el azúcar.

Las copas de ginebra y ron, algún porro, y quién sabe si alguna droga más dura habían sido las inseparables compañeras de nuestros dos protagonistas. Quizá habían sido las culpables de las profundas, hondísimas conversaciones filosóficas de los dos habitualmente mantenían.

Y así, casi año y medio después de coincidir en aquel avión, a uno de nuestros protagonistas se le ocurre escribir en su bitácora esta idílica relación.