domingo, 31 de octubre de 2010

He subido al cielo, y solo se veía Madrid.

He subido al cielo, y solo se veía Madrid.
Al principio no veía claro, solo nubes.
Luego vi La Almudea, que tardé segundos en reconocerla.
Primera sonrisa.
Luego vi Ópera, el Palacio Real con la Plaza de Oriente,
y me comentaba a mi mismo.

Tenía ganas de vida, y vi la Gran Vía:
marea humana sin hora de cierre.

Tirso de Molina, Malasaña y Chueca, no obstante, la estrechez de las calles,
el guarreo de las aceras, se convertían, copa en la mano, en un respiradero de libertad.

Anchura necesitaba, Paseo de la Castellana, aquí, la velocidad de los coches refleja, la propia velocidad de la vida.

Me tiré en el Parque de Oeste, y desperté en el Buen Retiro, recordaba al Viejo Profesor paseo del Prado abajo. Llegué a Atocha, donde un día, 192 personas, fueron de Madrid al cielo.

He subido al cielo, y solo se veía Madrid.
He estado en Madrid, he estado en el cielo.