jueves, 7 de enero de 2010

("De") Cospedal, ante el juez.

Ahora que ponemos los pies en el radiador, y nos abrigamos con gordas mantas porque miramos a la ventana y caen copos de nieve, ahora que miramos al termómetro y comprobamos que la temperatura no sube de los cero grados, nos acordamos de aquellos veranos calurosos, tumbados en la playa tostándonos al sol, desconectado del mundo, y escuchando el susurrar del mar. Precisamente, desde una playa, bueno desde un chiringuito de la misma, la Secretaria General del PP, demostrando que en el PP, nunca se van de vacaciones, afirmaba que el Gobierno de España realizaba escuchas ilegales a miembros del PP, miembrs estos que nada tenían que ver con el sumario de un caso de corrupción que asola al partido conservador. Después de convertir a España en una república bananera, ("De") Cospedal, seguía con su cervecita y sus vacaciones, seguramente no siendo consciente de la gravedad de sus palabras.
Es evidente, que lo que dice la "bien pagá", puede suceder en una democracia y en un Estado de Derecho, y cuando se tengan pruebas de que este inadmisible hecho está sucendiendo se debe de ir inmediatamente a la justicia para denunciarlo, pero la Secretarísima prefirió soltar la perla en un medio de comunicación, probablemente, por evitar un escandaloso ridículo en un juzgado.
Y le sentaría bien la caña de después a la señorita "albamadrileña" (Albamadrileña: gentilicio que sirve para denominar a la gente que cobra una dieta por vivir en Albacete, y trabajar en Madrid, cuando realmente vive en Madrid) Lo que se le escapa a la señorita ("De") Cospedal, es que esto no es precisamente una república bananera, y que no se pueden ir soltando acuaaciones gravísimas de playa en playa, así que, un juez de Madrid ha citado a la Secretarísima para que ratifique sus denuncias contra el Gobierno de España, y esperemos que lo haga, que ratifique sus denuncias y se persiga las ilegalidades que pueda estar cometiendo el Gobierno. Y si no, si se retracta, creo que no le quedará otra que presentar su dimisión irrevocable, pues a un político que ostenta su cargo, se le presupone un mínimo de responsabilidad y decencia.

Por lo menos, la "bien pagá" no pasará frío en esta ola polar que vivimos, los calores y sudores ya le deben recorrer la frente.

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