viernes, 14 de mayo de 2010

No sé muy bien qué relatar.

Parecía una persona sin ninguna sensibilidad. Sin sentimientos. Sus vomitonas le convertían en un descarado, y la provocación era algo intrínseco a él. La humanidad tenía esta visión de él, y lo cierto es que a él le gustaba que se tuviese esa imagen de sí mismo. Algo así como una piedra, un ser inerte, el cual no siente "sino las lluvias, el fuego o las tempestades", como rezaban algunos de sus manuscritos, y a veces inentendibles poemas.

No parece que escribir en general, y lírica en particular, correspondan a una persona que carece de sensibilidad, por eso quizá los guardaba bajo llave, como su mejor tesoro. Aunque lo cierto es que escribir era la única vía de escape que tenía. No existían las lágrimas, no existían las conversaciones profundas, amagos de gritos desesperados, y profundas reflexiones en las páginas de un blog. Al fin y al cabo se sufría por lo que siempre se sufre.

El ser humano carece de felicidad, porque se encuentra encerrado en una contradición inherente a su naturaleza. Es un individuo autónomo, libre, independiente, pero a la vez es un animal eminentemente social, que por más que nos pese a algunos, necesitamos de los demás para todo. Necesitamos a nuestra familia para sentir que pertenecemos a un grupo específico, para sentir protección y amparo. Necesitamos a nuestros colegas para reirnos, para disfrutar, para hacer locuras. Necesitamos a nuestros amigos para hablar, para llorar, para compartir momentos. Necesitamos nuestros líos, para practicar una necesidad biológica como es la del sexo. Y cuando parece que lo tenemos todo, todas las necesidades cubiertas, nos empeñamos en mezclar conceptos, y ahora necesitamos una persona que haga la vez de amigo, de lío, y que, posiblemente en un futuro se acabe conviertiendo en familia, lo que tradicionalmente se convierte en novio, marido. Y ya se cierra el círculo. Es decir, empezamos necesitando a nuestra familia, y nuestro objetivo fundamental en la vida es formar otra. La familia es pues, la triada junta que necesitamos para ser felices: amigo+lio (básicos para ser felices)= novio. Novio evoluciona a marido= familia.

Pero no, no hemos descubierto la fórmula de la felicidad, ni mucho menos.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho el planteamiento contradictorio que haces de hombre autónomo VS hombre social. La verdad es que se puede decir que en ello reside el origen de todos los dilemas que como seres racionales (no todos los humanos son seres racionales por mucho que nos eneseñen en filosofía), sociales, individuales y sentimentales tenemos todos los días.

    No existe una fórmula que nos de la felicidad al 100 %, siempre habrá algo que nos impida ser completos, ser seres redondos como diría el gran Zerolo.

    De todas formas tan solo diré que estoy bastante de acuerdo con el planteamiento que haces de las necesidades biológicas y sociales que tenemos. Es algo con lo que nacemos, restos de nuestro pasado animal.

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  2. Ahí tienes la fórmula, sólo queda aplicarla, que no es poco.

    Me ha encantado eso de "La fórmula de la felicidad". Has descrito perfectamente un ciclo por el que todos pasamos: el de enamorarnos y pensar: ¿seré yo quién se está imaginando estas cosas o la otra persona me necesita tanto como yo a ella?

    Te conozco bastante bien, aunque nunca dejarás de sorprenderme.

    Te quiero personaje.

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