jueves, 4 de marzo de 2010

Hipocresía para desacreditar arte.

Y seguimos a vueltas con la polémica levantada en Cataluña a costa de la prohibición o no prohibición de los toros. Lo que más me duele de todo este tema es que se utilice el toreo para fracturar ideológicamente, cuando la ideología no tiene nada que ver en si sientes gusto por los toros, o no. O lo que es peor todavía, que se utilice desde el nacionalismo catalán más sectario para figurar que una eventual prohibición del toreo sería un paso más en su ansias de independencia ¡como si el toreo no formase ya patrimonio de la humanidad! o como si el toreo no formase patrimomio de la propia identidad cultural catalana, como también es cultura en partes del sur de Francia, en Portugal, o en Iberoamérica. Mezclan conceptos, confunden términos y en su obcecación antiespañola, que les ciega por completo, pretenden cargarse la propia cultura catalana.

Siempre he dicho que si el día de mañana me rencarnase en un animal, no dudaría en ser un toro bravo. Sí, prefiero vivir en verdes prados, ser un semental, tener los mejores veterinarios y servicios a mi disposición, y además se me da la oportunidad de defenderme cuando el hombre, animal por excelencia, me va a matar. Desde luego prefiero eso a ser un pollo, que vive encerrado en un metreo cuadrado, siendo cebado para después morir impunemente sin derecho a defenderse. Prefiero ser un toro, a una iguana sacada de su hábitat natural y obligada a vivir por el capricho humano encerrado en una jaula de cristal en un piso de Alcobendas. Prefiero ser un toro, a un gran perro obligado a vivir en un clima que no es el mío, y en un piso donde no puedo ni dar dos pasos seguidos. Sin embargo, contra estas torturas no hacemos nada. ¡Ah, que no da votos, ni fomenta el odio!

Si no fuese por las corridas de toros, el toro es un animal que no conoceríamos, no es un animal ni de compañía, ni de granja, ni industrial, pero tampoco es un animal salavaje. Su existencia se debe gracias a las corridas de toros, sin ellas, desaparecerían. El filósofo Ftancis Wolff, profesor de la Sorbona (París) ha señado que el toro está biológicamente creado para morir en combate y la lidia no es sino "la tranformación de la lucha contra esa muerte en belleza". El toro "muere con respeto, no abatido como un trozo de carne", mientras que el hombre "sólo lo puede matar arriesgando su propia vida", ha añadido Wolff.

Aún no sé qué hacemos enfrascados en este absurdo debate, y aún me duele que se haya arrancado al pueblo la tradición de la tauromaquía, y se la haya colocado como un espectáculo de ricachones y fachas. El día que matemos la tauromaquía, mataremos un poco de la obra de Lorca, Piccaso, Sabina, y tantos otros y otros intelectuales...

Este fin de semana, nos vemos en Vistalegre =)

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